miércoles, 30 de octubre de 2013

Poner primero lo primero


La planificación nunca ha sido una tarea sencilla, especialmente cuando tenemos que sacrificar aquellas cosas que nos gustan, pero que al final del día  resultan no ser tan importantes. El uso adecuado del tiempo es sin duda, un aspecto fundamental de la efectividad, pues podemos enfocar todos nuestros esfuerzos en aquellas cosas que verdaderamente valen la pena y contribuyen a nuestra misión, valores y metas de alta prioridad. Día a día se nos presentan un sinnúmero de actividades y situaciones que debemos clasificar como urgentes, no urgentes, importantes y no importantes. La aparición de situaciones de crisis se sale de nuestro círculo de control, así como todas aquellas cosas que suponen ser transcendentales cuando no lo son. La efectividad descansa en la habilidad de planificar todo lo que sea importante, para así evitar sobrecargar los cuadrantes I y III, encontrando en medio de todas nuestras responsabilidades, un espacio para el ocio y recreo personal. Todo esto lo logro identificar en mi vida universitaria, pues yo escojo cuando realizar tareas y trabajos, y entre más lo postergue sin causa justa, más sacrifico el tiempo con mi familia, con mis amigos, o el hacer las cosas que me gustan.

Al intentar aplicar este tercer hábito, el verdadero reto lo he encontrado en comprender que simplemente no es posible hacerlo todo, hay que diferenciar las cosas que son realmente importantes de lo que se debe posponer, bajo la consigna de que pasará a ser importante y apremiante en corto tiempo; y la categoría de todo aquello que no vale la pena y por ende se debe descartar. Usualmente es clara esta distinción, pero en ocasiones vivimos en engaño y le damos importancia a cosas que no lo tienen, como correos electrónicos que aparentan requerir atención inmediata, o simplemente cumplir con una petición de un amigo o familiar. Sean Covey, en su libro los 7 Hábitos de los Adolescentes Altamente Efectivos hace referencia a una frase de Bill Cosby que me llamó poderosamente la atención: “No conozco la llave del éxito, pero la llave del fracaso es intentar agradar a todos”. Covey afirma que para evitar la reputación de querer complacer a todos, la falta de disciplina, sentir que uno es la alfombra de los demás -productos de vivir en este tercer cuadrante-, es necesario priorizar y hacer de la disciplina un hábito diario, para así quedar bien ante las otras personas y con nosotros mismos. Nunca falta una oportunidad en el trabajo donde nos piden un favor, que tenemos que aprender a rechazar si interfiere con las actividades que ya tenemos planeadas, que nos impedirán realizar esta petición con excelencia.

He identificado tres roles en vida: trabajador, estudiante y miembro de familia. Cada uno presenta compromisos y metas muy variadas, por lo que la correcta distribución del tiempo en estos aspectos es fundamental. En el trabajo tengo responsabilidades claras, debo de llegar a tiempo, mantenerme dentro de las métricas establecidas, cumplir con un código de conducta y vestimenta, entre otros encargos. Ante esta realidad, planteo una meta sencilla pero retadora, mantener números por encima del promedio, y así ser efectivo en mi trabajo. En contraste, mi vida como estudiante y miembro de familia presenta obligaciones irrenunciables, y que son indispensables para mi desarrollo como persona. Hablo de mi relación con mi familia, por ejemplo, el tiempo que paso con ellos, que para mí es una realidad por encima de todas las demás, porque a diferencia del trabajo y la universidad, la familia no tiene un carácter pasajero, y es sustento y energía para las demás actividades. Sin duda alguna, en cada uno de estos roles es indispensable el trato cordial, el compañerismo, el respeto y la honestidad, para así obtener el máximo beneficio y desempeño de cada tarea.

Mi hermana me comentó que hay que tener una verdad muy clara, y es lo que describía en los párrafos anteriores, no podemos hacerlo todo, pero si manejamos bien nuestro tiempo, si separamos las cosas importantes de todo lo demás, si dejamos de lado el ocio y actividades sin sentido con miras en un bien mayor, podremos realizar un mayor número de actividades significativas, con un verdadero propósito y contribución para nuestra misión personal. La clave para esto, mencionaba Erika, es el transcurso del tiempo, precisamente aprender de los errores, de aquello que no administré bien, para obtener el máximo provecho en un futuro, para ser altamente efectivo en una segunda ocasión.
 
Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo  
 

miércoles, 23 de octubre de 2013

Fin en mente




En mi curso de mercadeo, nos enseñaban que la misión y la visión de una empresa son pilares fundamentales para el crecimiento y desarrollo de la misma. En muchas ocasiones, formular estos enunciados es una tarea que se toma a la ligera, las empresas creen que no tienen tiempo para redactar un pensamiento bonito que se vea bien en la página web. Sin embargo, la misión responde a ¿cuál es nuestro negocio?, y la visión ¿a dónde queremos llegar?, que si se tienen claras, son el eje central de la estrategia que lleva al éxito de una compañía. No es diferente con nosotros mismos, si entendemos quiénes somos, tenemos claro qué sueños y metas queremos llegar a alcanzar. Para establecer nuestra misión y visión personal, tenemos que vivir el hábito 1: somos responsables de nuestro destino, para así diseñar la estrategia que nos llevará a nuestra realización personal. Si bien es un principio del aspecto global de nuestras vidas, también es aplicable en cada actividad que realizamos. Esta semana lo pude ver en el trabajo, mi objetivo es tener un excelente rendimiento en mis labores, pero es difícil alcanzarlo si no concreto un plan de acción. Ahora tengo la misión clara, alcanzar todas las métricas establecidas por la compañía. Cuando hay un norte, es más fácil llegar a lo que quiero ser. No podemos tocar todas las puertas sin saber a dónde vamos, no podemos tomar todas las oportunidades que se presenten si no sabemos que provecho vamos a obtener de ellas, no podemos vivir nuestra vida sin el fin en mente.


Nuevamente aprovecho las palabras de Sean Covey para profundizar el aprendizaje de la semana. Covey (2006) comenta que comenzar con el fin en la mente es simplemente pensar más allá del día de hoy, y decidir qué dirección se le quiere dar a la vida, para que cada paso que se dé, sea en la dirección correcta.  Me llama especialmente la atención esta última parte, puesto que si uno tiene claro a dónde quiere llegar, no hay paso en falso que nos vaya a sacar de nuestro camino. Seguramente hay desvíos constantes de nuestro objetivo, pero siempre lograremos ubicarnos cuando creemos que los dueños de nuestras vidas somos nosotros mismos, y luchamos sin desmayo por alcanzar las metas que nos hemos propuesto. El ayer es historia y el mañana es un misterio, más aún tenemos que vivir cada día pensando en el mañana. De esta manera, podemos tomar las decisiones pertinentes, que nos acercan cada vez más a nuestros objetivos. Rescato un diálogo de la película “Alicia en el país de las Maravillas” que representa muy bien el contenido de esta entrada.


-          ¿Podría, por favor, decirme cómo salir de aquí?

-          Eso depende mucho de a dónde quieras ir –respondió el gato.

-          No me importa a dónde –dijo Alicia.

-          Entonces, no importa hacia dónde vayas –repuso el gato.


Después de escuchar la conferencia de Patrick Awuah, queda claro que el fracaso no es una opción cuando se trata de nuestros propósitos. Él mismo lo mencionó en varias ocasiones, aunque parecía misión imposible, con esfuerzo y determinación se logra sacar la tarea. Awuah cree y enseña, que no es posible alcanzar la perfección, pero si se intenta, se consigue la excelencia. Esto es la clave del liderazgo, asumir el papel que nos corresponde en la sociedad, y no conformarnos con menos. Tenemos que entender que somos responsables de los privilegios que hemos obtenido; somos, tal como explica Awuah, los guardianes de nuestra sociedad, y un pueblo entero sufre cuando no realizamos nuestro trabajo. Comparto que esto solo es posible cuando creemos que el ser líderes es servir a la humanidad, y vemos esto como un privilegio. Patrick Awuah se plantea una misión clara, transformar al pueblo y la zona donde creció; busca que todos puedan vivir la libertad que él experimentó, este aire de frescura tal como explica. Es una misión que se apoya en los valores, que hacen que el conferencista quiera algo mejor para un pueblo del cual él no ha sido parte por años. En respuesta a esto, renuncia a las comodidades de Seattle simplemente porque buscó cambiar el concepto de liderazgo. Después de escuchar la conferencia, se refuerza en mí un tema que hablamos en la clase pasada: no existe sacrificio cuando el objetivo es claro y deseado. Patrick Awuah dejó su comodidad, su trabajo, la seguridad de su familia para regresar a un pueblo del cual pudo olvidarse, pero simplemente no soportó quedarse callado ante la maravillosa verdad que experimentó.


Mi cuñado ve la planificación como un recurso fundamental para obtener buenos resultados. Si no diseña su día y distribuye sus esfuerzos, rápidamente se ve absorbido por las múltiples tareas pendientes.  Randall cree que tan solo unos cuantos minutos al iniciar el día pueden ahorrar muchas frustraciones, y energías enfocadas de manera errónea. Le pregunté si él aplica este día a día en su ámbito personal de la misma manera que lo hace con el laboral, me comentó que si bien le ha costado un poco más fijarse un objetivo claro como persona, tiene claro quién es, y más importante a dónde quiere llegar; con certeza afirma que el trabajo que tiene, así como su matrimonio y cada aspecto de su vida, están orientados hacia su objetivo final, ser feliz.   

Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo  

miércoles, 16 de octubre de 2013

Ser proactivo


Ser proactivo es tomar responsabilidad de cada una de nuestras elecciones. Si bien es un enunciado sencillo de entender, implica mucho más de lo que parece a simple vista, es ser capaz de tomar las decisiones correctas ante cualquier situación que se nos presente. Nos hemos acostumbrado, como regla general, a responder reactivamente ante situaciones negativas, fácilmente nos dejamos llevar por las emociones, por el primer pensamiento que atrape nuestra atención. Sin embargo, la clave de la pro actividad es agregar un paso más entre el estímulo que recibimos y la respuesta que tomamos, es complementar con la libertad de elegir. Nunca falta el día en que situaciones del trabajo o universidad nos llevan al límite, deseando tirar todo por la borda, y llevando con nosotros todo aquel que se interponga en nuestro camino. Es precisamente en estos casos donde podemos hacer un alto en el camino, valorar la magnitud de las consecuencias de nuestras acciones y tomar una elección; asumiendo sus consecuencias.

Tomar el espacio para analizar las posibles repercusiones de nuestros actos da pie a un análisis muy importante, las cosas o situaciones que podemos controlar, y todas las demás que simplemente generan ruido en nuestras mentes. Sean Covey, en su libro Los 7 Hábitos de los Jóvenes Altamente Efectivos, plantea un concepto de pro actividad muy poderoso, que me impactó al momento que analicé todas aquellas situaciones, que por una u otra razón, fui yo el que elegí reaccionar de esa manera. Covey (2003) comenta: “Yo soy la fuerza, yo soy el capitán de mi vida. Puedo elegir mi actitud. Soy responsable de mi propia felicidad o infelicidad. Yo estoy en el asiento del conductor de mi destino y no soy sólo un pasajero”. Después de leer esa frase de Covey, ya no existe el “no fue mi culpa”, “eso no me toca”, “qué podía hacer”. Soy lo que soy, o no soy lo que quisiera ser, gracias a las decisiones que he tomado. Claro está que solo dominando la forma en que reacciono ante las diversas y creativas realidades que presenta la vida, podré alcanzar la victoria en mis pensamientos, emociones, en mi vida privada.


Círculo de Preocupación
Círculo de influencia
Aporte de compañeros en trabajos en grupo
Desempeño en la universidad
Respuesta de clientes ante el servicio que les brindo
Calidad con la que realizo mi trabajo
Problemas en familiares o amigos
Apoyo y consejo
Forma de actuar de los demás
Ser respetuoso y comprensivo
Enfermedades
Cuidado de uno mismo y descanso

 

El identificar aspectos y situaciones que puedo y no controlar es una tarea difícil, especialmente cuando, a raíz de una percepción de las cosas que creo poder resolver, he cometido muchos errores. Para lograr el listado me planteé la siguiente pregunta ¿cuáles son las cosas que más me inquietan o preocupan de mi vida diaria? Partiendo de ahí, logré separar aquellas cosas de las cuales tengo un control nulo, y de las cuales tengo la capacidad de tomar el timón y trazar mi destino. Este es el caso de los proyectos en grupo, tanto en el trabajo como en la universidad; puedo controlar mi desempeño, la parte de mi trabajo, pero por más que quiera no puedo intervenir en el accionar de los que me rodean. Ante esta situaciones he aprendido que a uno le toca dar lo mejor, el máximo esfuerzo, y los buenos resultados vendrán por añadidura. Lo mismo sucede con los clientes que atiendo cada día. Puedo darles el mejor servicio al cliente que existe en este planeta –aspecto que puedo controlar- , mas nada puedo hacer ante una mala reacción de ellos, cuando yo he dado lo mejor.  No puedo dejar de lado las enfermedades, aspecto que me da pavor. No puedo hacer nada con respecto a los virus y gérmenes presentes en el aire, pero sí puedo mantener una dieta saludable, y no exponerme a estos enemigos invisibles. Sin duda es más difícil identificar el círculo de preocupación e influencia en aquellas cosas  importantes para nosotros, que toman los primeros lugares en nuestra lista de prioridades, puesto que es ardua tarea separar el aspecto emocional de la realidad que estamos viviendo. Esto pasa cuando algún familiar o amigo cercano tiene un problema, nos gustaría involucrarnos de lleno y resolver la situación de una vez por todas, pero tenemos que tener presente que ser fuente de apoyo y consejo es lo único que nos toca.    

Una vez más, comento con mi mamá el contenido aprendido que me ha capturado a través de la semana. ¿Cuántas veces he decidido sentirme mal, agobiado, o he tomado malas decisiones simplemente por no detenerme y decir: puedo reaccionar distinto? Sin duda que el hábito de ser pro activo es el más importante de todos, es como menciona Covey: “viajar en el asiento del conductor de nuestro destino”. Mi mamá me comentaba que no siempre las decisiones son blanco y negro, muchas de las veces no se sabe cuál opción es la correcta y solo podemos confiarnos en dar el mejor esfuerzo en cada situación que se nos presente, y tener bien claro cuáles son las consecuencias de nuestras acciones; y más importante aún, si estamos dispuestos a pagarlas.


 Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo  

domingo, 6 de octubre de 2013

Entrada #3: Paradigmas


La clase de esta semana fue la introducción al contenido de los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas.  El concepto de paradigmas capturó mi atención durante toda la clase y los días posteriores a ésta, puesto que la forma en la que percibimos, comprendemos e interpretamos todo lo que nos rodea afecta directamente la manera en que pensamos y nos comportamos. Si bien estos paradigmas son una construcción diaria, influenciados por nuestras vivencias familiares, valores y creencias; debemos luchar cada día para que la forma en la que vemos lo que nos rodea sea beneficiosa no sólo para nosotros mismos, sino para toda una colectividad. Más allá de solo la percepción, las dos horas del miércoles aclararon que el verdadero cambio empieza en nosotros mismos, para así impactar las actitudes y acciones de los demás. Este último aspecto lo considero especialmente valioso para la vida laboral y social, ya que día a día nos encontramos con personas muy distintas, que no comparten muchos de nuestros ideales. Sin embargo, antes de juzgar, debemos ajustar todo aquello dentro de nosotros que no nos permita obtener el máximo beneficio de cada experiencia, de cada relación. En fin, el camino a la efectividad se comienza con cambios en nosotros mismos, pasando de la dependencia a la independencia, para así llegar a la interdependencia, el beneficio de todos.
Sean Covey, en su libro “Los 7 Hábitos de los Adolescentes Altamente Efectivos” explica una definición de paradigmas muy similar a la vista en clase, no obstante hace la salvedad de que frecuentemente la forma en que vemos lo que nos rodea no es acertada. En efecto, construimos nuestras percepciones de las experiencias vividas, e influenciados por aquellos cercanos a nosotros. “Lo que ves es lo que obtienes”, de esta frase de Covey desprendo un llamado a transformar y reconstruir los anteojos con los que vemos la vida. ¡No sabemos de lo que nos estamos perdiendo por estar enredados en nuestros paradigmas! Inconscientemente podemos alterar el curso de nuestras vidas para mal, podemos perder una relación valiosa, simplemente por no ver con otros ojos.
Nuevamente rescato el hecho de que nuestros paradigmas están influenciados y construidos en lo que vivimos. Asumo que debido a esto son las opiniones, en algunas áreas opuestas, que recopilé de mis padres, mayores de cincuenta años, y mi hermana, menor de 25. La pregunta que les propuse a mis padres fue ¿cuáles son los valores del ser costarricense?  Inmediatamente destacaron la alegría y el ser servicial, así como el gran nivel educativo que caracteriza a los “ticos”, y que se plasma en nuestras decisiones cotidianas. No terminaron la oración antes de preguntar: “¿se pueden antivalores?”. De esta área destacaron que el costarricense, en su mayoría, es laxo. No busca dar la milla extra, es impuntual y se conforma con lo mínimo. Me hablaron de sus experiencias con las instituciones del gobierno, dónde pasan días antes de tomar la decisión de actuar, o en la empresa privada, dónde todo es imposible si excede las obligaciones del funcionario.   Sin más, me plantearon una realidad en la que estamos a la defensiva, muy diferente a lo que percibe mi hermana. A ella le amplié la pregunta a ¿cuáles son las características de los ticos? Destacó el gran talento y capacidad que tenemos en el deporte, y especialmente en el ámbito artístico. Ella ve al costarricense como una persona determinada, que busca y consigue lo que quiere, que vive cada día con gozo y esperanza. Al mismo tiempo, coincidió con la mala costumbre de la pereza y la “serruchadera de pisos” en que vivimos, no obstante se enfocó en los aspectos positivos, en los valores. Claramente la diferencia de opiniones se debe a los 25 años de trabajos, experiencias y contactos que separan a mis papás de mi hermana, mas yo tiendo a opinar  como mis padres. En estos meses que he estado trabajando, me he dado cuenta como la ley del mínimo esfuerzo es la solución para el día a día, como la puntualidad es una virtud olvidada. Sin embargo, comparto que el costarricense siempre ve el lado positivo de las cosas, y cuando no es así, encuentra la forma más remota para crear burla y chota, con el fin de alegrar un poco el panorama. Ahora que estoy escribiendo este ejercicio, me doy cuenta de lo parcializado que se encuentra mi punto de vista con respecto a los antivalores de los costarricenses. En pocas palabras he clasificado de irresponsables a toda una población, tomando como referencia la experiencia de mi trabajo, que según mi curso de Investigación de Mercados es una muestra no representativa. Espero que con el pasar de los días, pueda construir un paradigma más fiel a la realidad en la que vivo.
Le comenté a mi madre el aprendizaje de esta semana, y lo enfoqué especialmente en la frase de Covey “lo que ves es lo que obtienes”. Ella me comentaba que producto de un mal paradigma, uno puede ser víctima, o victimario de muchas injusticias y estereotipos, que hacen que nuestros días sean más difíciles de llevar.  Al momento de mencionar esta información, me dijo que sin duda ha cometido muchos errores producto de la forma cómo aprecia las cosas, sin embargo los años le han enseñado que ante un paradigma erróneo, el antídoto perfecto es poner a los demás antes que uno, y estar dispuesto al cambio constante, a la transformación interior, para así actualizar no solo lo que vemos, sino lo que pensamos y sentimos. 

Referencias
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo