domingo, 6 de octubre de 2013

Entrada #3: Paradigmas


La clase de esta semana fue la introducción al contenido de los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas.  El concepto de paradigmas capturó mi atención durante toda la clase y los días posteriores a ésta, puesto que la forma en la que percibimos, comprendemos e interpretamos todo lo que nos rodea afecta directamente la manera en que pensamos y nos comportamos. Si bien estos paradigmas son una construcción diaria, influenciados por nuestras vivencias familiares, valores y creencias; debemos luchar cada día para que la forma en la que vemos lo que nos rodea sea beneficiosa no sólo para nosotros mismos, sino para toda una colectividad. Más allá de solo la percepción, las dos horas del miércoles aclararon que el verdadero cambio empieza en nosotros mismos, para así impactar las actitudes y acciones de los demás. Este último aspecto lo considero especialmente valioso para la vida laboral y social, ya que día a día nos encontramos con personas muy distintas, que no comparten muchos de nuestros ideales. Sin embargo, antes de juzgar, debemos ajustar todo aquello dentro de nosotros que no nos permita obtener el máximo beneficio de cada experiencia, de cada relación. En fin, el camino a la efectividad se comienza con cambios en nosotros mismos, pasando de la dependencia a la independencia, para así llegar a la interdependencia, el beneficio de todos.
Sean Covey, en su libro “Los 7 Hábitos de los Adolescentes Altamente Efectivos” explica una definición de paradigmas muy similar a la vista en clase, no obstante hace la salvedad de que frecuentemente la forma en que vemos lo que nos rodea no es acertada. En efecto, construimos nuestras percepciones de las experiencias vividas, e influenciados por aquellos cercanos a nosotros. “Lo que ves es lo que obtienes”, de esta frase de Covey desprendo un llamado a transformar y reconstruir los anteojos con los que vemos la vida. ¡No sabemos de lo que nos estamos perdiendo por estar enredados en nuestros paradigmas! Inconscientemente podemos alterar el curso de nuestras vidas para mal, podemos perder una relación valiosa, simplemente por no ver con otros ojos.
Nuevamente rescato el hecho de que nuestros paradigmas están influenciados y construidos en lo que vivimos. Asumo que debido a esto son las opiniones, en algunas áreas opuestas, que recopilé de mis padres, mayores de cincuenta años, y mi hermana, menor de 25. La pregunta que les propuse a mis padres fue ¿cuáles son los valores del ser costarricense?  Inmediatamente destacaron la alegría y el ser servicial, así como el gran nivel educativo que caracteriza a los “ticos”, y que se plasma en nuestras decisiones cotidianas. No terminaron la oración antes de preguntar: “¿se pueden antivalores?”. De esta área destacaron que el costarricense, en su mayoría, es laxo. No busca dar la milla extra, es impuntual y se conforma con lo mínimo. Me hablaron de sus experiencias con las instituciones del gobierno, dónde pasan días antes de tomar la decisión de actuar, o en la empresa privada, dónde todo es imposible si excede las obligaciones del funcionario.   Sin más, me plantearon una realidad en la que estamos a la defensiva, muy diferente a lo que percibe mi hermana. A ella le amplié la pregunta a ¿cuáles son las características de los ticos? Destacó el gran talento y capacidad que tenemos en el deporte, y especialmente en el ámbito artístico. Ella ve al costarricense como una persona determinada, que busca y consigue lo que quiere, que vive cada día con gozo y esperanza. Al mismo tiempo, coincidió con la mala costumbre de la pereza y la “serruchadera de pisos” en que vivimos, no obstante se enfocó en los aspectos positivos, en los valores. Claramente la diferencia de opiniones se debe a los 25 años de trabajos, experiencias y contactos que separan a mis papás de mi hermana, mas yo tiendo a opinar  como mis padres. En estos meses que he estado trabajando, me he dado cuenta como la ley del mínimo esfuerzo es la solución para el día a día, como la puntualidad es una virtud olvidada. Sin embargo, comparto que el costarricense siempre ve el lado positivo de las cosas, y cuando no es así, encuentra la forma más remota para crear burla y chota, con el fin de alegrar un poco el panorama. Ahora que estoy escribiendo este ejercicio, me doy cuenta de lo parcializado que se encuentra mi punto de vista con respecto a los antivalores de los costarricenses. En pocas palabras he clasificado de irresponsables a toda una población, tomando como referencia la experiencia de mi trabajo, que según mi curso de Investigación de Mercados es una muestra no representativa. Espero que con el pasar de los días, pueda construir un paradigma más fiel a la realidad en la que vivo.
Le comenté a mi madre el aprendizaje de esta semana, y lo enfoqué especialmente en la frase de Covey “lo que ves es lo que obtienes”. Ella me comentaba que producto de un mal paradigma, uno puede ser víctima, o victimario de muchas injusticias y estereotipos, que hacen que nuestros días sean más difíciles de llevar.  Al momento de mencionar esta información, me dijo que sin duda ha cometido muchos errores producto de la forma cómo aprecia las cosas, sin embargo los años le han enseñado que ante un paradigma erróneo, el antídoto perfecto es poner a los demás antes que uno, y estar dispuesto al cambio constante, a la transformación interior, para así actualizar no solo lo que vemos, sino lo que pensamos y sentimos. 

Referencias
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo  

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