La clase de esta semana fue la introducción al
contenido de los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas. El concepto de paradigmas capturó mi atención
durante toda la clase y los días posteriores a ésta, puesto que la forma en la que
percibimos, comprendemos e interpretamos todo lo que nos rodea afecta
directamente la manera en que pensamos y nos comportamos. Si bien estos paradigmas
son una construcción diaria, influenciados por nuestras vivencias familiares,
valores y creencias; debemos luchar cada día para que la forma en la que vemos
lo que nos rodea sea beneficiosa no sólo para nosotros mismos, sino para toda
una colectividad. Más allá de solo la percepción, las dos horas del miércoles
aclararon que el verdadero cambio empieza en nosotros mismos, para así
impactar las actitudes y acciones de los demás. Este último aspecto lo considero
especialmente valioso para la vida laboral y social, ya que día a día nos
encontramos con personas muy distintas,
que no comparten muchos de nuestros ideales. Sin embargo, antes de juzgar,
debemos ajustar todo aquello dentro de nosotros que no nos permita obtener el
máximo beneficio de cada experiencia, de cada relación. En fin, el camino a la
efectividad se comienza con cambios en nosotros mismos, pasando de la
dependencia a la independencia, para así llegar a la interdependencia, el
beneficio de todos.
Sean Covey, en su libro “Los 7 Hábitos de los
Adolescentes Altamente Efectivos” explica una definición de paradigmas muy
similar a la vista en clase, no obstante hace la salvedad de que frecuentemente
la forma en que vemos lo que nos rodea no es acertada. En efecto, construimos
nuestras percepciones de las experiencias vividas, e influenciados por aquellos
cercanos a nosotros. “Lo que ves es lo que obtienes”, de esta frase de Covey
desprendo un llamado a transformar y reconstruir los anteojos con los que vemos
la vida. ¡No sabemos de lo que nos estamos perdiendo por estar enredados en
nuestros paradigmas! Inconscientemente podemos alterar el curso de nuestras
vidas para mal, podemos perder una relación valiosa, simplemente por no ver con
otros ojos.
Nuevamente rescato el hecho de que nuestros
paradigmas están influenciados y construidos en lo que vivimos. Asumo que
debido a esto son las opiniones, en algunas áreas opuestas, que recopilé de mis
padres, mayores de cincuenta años, y mi hermana, menor de 25. La pregunta que
les propuse a mis padres fue ¿cuáles son los valores del ser costarricense? Inmediatamente destacaron la alegría y el ser
servicial, así como el gran nivel educativo que caracteriza a los “ticos”, y
que se plasma en nuestras decisiones cotidianas. No terminaron la oración antes
de preguntar: “¿se pueden antivalores?”. De esta área destacaron que el costarricense,
en su mayoría, es laxo. No busca dar la milla extra, es impuntual y se conforma
con lo mínimo. Me hablaron de sus experiencias con las instituciones del
gobierno, dónde pasan días antes de tomar la decisión de actuar, o en la
empresa privada, dónde todo es imposible si excede las obligaciones del
funcionario. Sin más, me plantearon una realidad en la que
estamos a la defensiva, muy diferente a lo que percibe mi hermana. A ella le
amplié la pregunta a ¿cuáles son las características de los ticos? Destacó el
gran talento y capacidad que tenemos en el deporte, y especialmente en el
ámbito artístico. Ella ve al costarricense como una persona determinada, que
busca y consigue lo que quiere, que vive cada día con gozo y esperanza. Al
mismo tiempo, coincidió con la mala costumbre de la pereza y la “serruchadera
de pisos” en que vivimos, no obstante se enfocó en los aspectos positivos, en los
valores. Claramente la diferencia de opiniones se debe a los 25 años de
trabajos, experiencias y contactos que separan a mis papás de mi hermana, mas
yo tiendo a opinar como mis padres. En
estos meses que he estado trabajando, me he dado cuenta como la ley del mínimo
esfuerzo es la solución para el día a día, como la puntualidad es una virtud
olvidada. Sin embargo, comparto que el costarricense siempre ve el lado
positivo de las cosas, y cuando no es así, encuentra la forma más remota para
crear burla y chota, con el fin de alegrar un poco el panorama. Ahora que estoy
escribiendo este ejercicio, me doy cuenta de lo parcializado que se encuentra
mi punto de vista con respecto a los antivalores de los costarricenses. En
pocas palabras he clasificado de irresponsables a toda una población, tomando
como referencia la experiencia de mi trabajo, que según mi curso de
Investigación de Mercados es una muestra no representativa. Espero que con el
pasar de los días, pueda construir un paradigma más fiel a la realidad en la
que vivo.
Le comenté a mi madre el aprendizaje de esta
semana, y lo enfoqué especialmente en la frase de Covey “lo que ves es lo que
obtienes”. Ella me comentaba que producto de un mal paradigma, uno puede ser
víctima, o victimario de muchas injusticias y estereotipos, que hacen que
nuestros días sean más difíciles de llevar.
Al momento de mencionar esta información, me dijo que sin duda ha
cometido muchos errores producto de la forma cómo aprecia las cosas, sin embargo los años
le han enseñado que ante un paradigma erróneo, el antídoto perfecto es poner a
los demás antes que uno, y estar dispuesto al cambio constante, a la
transformación interior, para así actualizar no solo lo que vemos, sino lo que pensamos y sentimos.
Referencias
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo
Referencias
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo
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