miércoles, 13 de noviembre de 2013

Comunicación: primera parte


El ser humano vive comunicándose, pues esta es la base de nuestra existencia; mensajes van y mensajes vienen, y por más que queramos no podemos vivir sin transmitir nuestras ideas a los demás. Aspecto clave de este proceso es entender que las demás personas perciben más allá de lo que sale de nuestras bocas, interpretan nuestros gestos, nuestros ademanes, nuestras miradas, y todo junto constituye el mensaje que transmitimos.  Durante las últimas dos semanas, se ha convertido costumbre en el trabajo ofrecer a los clientes realizar sus transacciones por medio de la aplicación que  se desarrolló para dispositivos móviles, inclusive existe una premiación para aquellos que logren guiar al usuario por este medio. Vender una idea nunca había sido tan difícil, en cada oportunidad hay una excusa nueva: “ahorita no tengo tiempo”, “voy manejando”, entre otras; sin embargo durante esta clase aprendí que el sentido del mensaje que se desea transmitir debe plasmarse al final de la oración, de esta manera uno se asegura que la persona asimile lo que uno está diciendo; así, cierro la oferta de la aplicación recalcando su facilidad y los largos tiempos de espera que se ahorran los clientes al utilizarla. Hasta ahora está dando buenos resultados.  

Durante clase se comentó acerca de los seis elementos, o cualidades que deben utilizarse para una comunicación asertiva. El tema se enfocó en nosotros como emisores del mensaje, no obstante no se pueden dejar de lado los rasgos de un receptor efectivo. Sean Covey (2009) menciona las cuatro cosas que no se deben hacer cuando se escucha a otra persona, entre ellas afirma que distraerse está prohibido, no podemos estar sumidos en nuestros propios pensamientos cuando interactuamos con alguien, pues se pierde el “nosotros” y se convierte en un “yo”. Esto mismo sucede cuando se finge escuchar, seguimos en lo nuestro sin prestar atención a lo que se nos comunica. Covey también destaca el escuchar selectivamente  y escuchar de forma egocéntrica diezma el proceso de comunicación, evitando que tanto nosotros como las otras personas podamos beneficiarnos y enriquecernos del proceso de comunicación. Parte de este hábito 5 es aprender a escuchar, a comprender para luego ser nosotros los que comunicamos.

En mi casa siempre hemos acostumbrado contarnos entre nosotros cómo fue nuestro día, qué hicimos, qué situación se nos presentó, o simplemente mencionar que fue un día similar a los demás. Siempre me han criticado que no profundizo en los detalles, o que hablo de aspectos personales muy por encima. No hay manera de refutar eso, en efecto soy una persona reservada, sin embargo hay día en los que sí necesito conversar, recibir un consejo, o simplemente compartir lo que estoy viviendo. En general, cuando me comunico lo hago con claridad, voy directo al grano sin dar muchas “vueltas”, también soy una persona que estructura todo en su mente antes de decirlo, que si bien puede afectar la espontaneidad,  me ha salvado de decir muchos comentarios inadecuados. Día a día, escucho cosas con las cuales no estoy de acuerdo, generalmente le hago saber a la otra persona mi disconformidad, sin embargo trato apreciar y valorar todos los puntos de vista de las demás personas, pero todavía hay mucho que trabajar para evitar escuchar de forma egocéntrica. Al final, uno tiene que expresar interés y aprecio por lo que dicen las demás personas, uno nunca sabe qué pueden estar pasando los demás, y lo que una sonrisa, un comentario acertado, unas palabras de aliento pueden generar en este emisor. Este considero que es el valor de la escucha empática, demostrar que escuchamos a las demás personas de la misma manera como quisiéramos que los demás reciban nuestro mensaje.

Mi amigo Mauricio, trabaja en construcción, igual que mi papá. El me mencionaba que al venderles soluciones a los clientes, soluciones podrían originar una oportunidad de trabajo, es indispensable transmitir un mensaje central claro, asegurarse de utilizar las palabras adecuadas, el tono adecuado, y sobre todas las cosas, estar seguro y convencido del mensaje que se transmite. Nadie  va a creer lo que tenemos que decir si nosotros mismos no lo hacemos, nadie se va a apropiar de nuestros comentarios si no reflejamos seguridad con nuestra postura, nadie nos va a tomar en serio si nuestras emociones no van acorde a lo que sale de nuestra boca. Vivimos comunicándonos, tenemos que hacerlos bien, pues es algo que hacemos y necesitamos todos los días.

Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo  
 
 

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