“Todos somos iguales”, con esta frase resumo el
aprendizaje de esta semana, pues tal como vimos en el video acerca de la isla
de Mauricio, las diferencias nos enriquecen, y el verdadero éxito lo alcanzamos
con la cooperación de las demás personas. No podemos “sinergizar” cuando no
vemos a la persona de al lado como un aliado, cuando no colocamos nuestras
diferencias a un lado y nos concentramos
en los puntos comunes. Es vital entender que los triunfos que alcanzamos en
nuestra vida no son solo nuestros, y es imposible obtenerlos si trabajamos
solos, si no valoramos las diferencias de los que nos rodean y cooperamos para
alcanzar la victoria mutua. No encuentro
mejor lugar para aplicar esto que en el trabajo, pues lo que yo pueda obtener
por mis propios esfuerzos, se triplica cuando busco trabajar con mis
compañeros, y luchamos no por el éxito de uno, sino de todos.
Franklin Covey, en su libro los 7 Hábitos de
los Adolescentes Altamente Efectivos comenta lo siguiente: “…se logra la
sinergia cuando dos o más personas trabajan conjuntamente para crear un mejor
solución de lo que ambos pudieran lograr por cuenta propia. No es tu forma o la
mía, sino una mejor forma, una más elevada”. La definición es muy sencilla, y más
cuando se explica en un video, pero el verdadero reto está en aplicarla, pues
va más allá de querer trabajar con los demás, es celebrar las diferencias,
tener una mente abierta, y constantemente hallar nuevas y mejores formas de
trabajar. Es aquí donde reitero que la sinergia es posible solamente cuando nos
consideramos todos iguales, nadie más, nadie menos, iguales. Me refiero a
igualdad en condición de seres humanos, los mismos derechos, mas son las
diferencias entre nosotros: sexo, etnia, ideología; que crean chispas de
creatividad, oportunidades. Lo que no tengo yo, lo tiene el otro, y yo lo
necesito; de la misma manera los demás también me necesitan, y en la medida que
aprendamos a depender positiva y constructivamente de los demás, el cielo será
el límite de nuestro éxito.
Nadie le llama discriminación a la acción de
minimizar o apartar a otra persona por su condición socioeconómica, su sexo, o
su etnia, porque hacerlo sería desafiar lo que la sociedad nos ha enseñado por
tanto tiempo. Años han pasado, y lo que se sabía que estaba mal, se ha
constituido en algo normal, en algo que todo el mundo hace, y ciegamente
asumimos que es lo correcto. Vivimos en una sociedad egocéntrica, donde mis
logros son míos y de nadie más, y donde mi éxito se construye sobre el fracaso
del otro. Ciertamente nadie puede afirmar
que nunca ha sido perpetrador de un acto de discriminación, porque la
verdadera lucha es no hacerlo, es ir contra corriente, contra lo que es aceptado
por la sociedad a la que pertenecemos, por valorar a cada persona por lo que
es, especialmente por lo que nos diferencia. La discriminación se encuentra tan
arraigada, tan camuflada, que son solo ejercicios como estos los que nos hacen
abrir los ojos, y darnos cuenta de una realidad injusta, miserable que tienen
que vivir muchas personas, y nosotros simplemente no estamos haciendo nada;
porque igual de malo es cometer el daño, como no hacer nada para detenerlo,
estando consciente de su existencia. Hay estereotipos que eliminar, hay
ideologías que desechar, hay estándares que desafiar; pues solo así
alcanzaremos la igualdad de la que tanto hablamos.
El aprendizaje de esta semana lo compartí con
mi mamá. Ella me comentó que durante su niñez vivió varios años en Líbano, ante
una cultura incompatible con lo que llamamos la paz y democracia costarricense.
Su papá falleció estando ella con sus hermanos en esta tierra extranjera,
dejando a mi abuela con 4 hijos, todos pequeños, hablando español en un país
árabe. Me explicó que vivieron en carne propia la discriminación por sexo, y
étnica, cuando mi abuela lucho por meses en los juzgados para recuperar la herencia
que les había sido robada, en una sociedad increíblemente machista. “Es de
todos los días encontrarse con casos de discriminación, de todo tipo, sería
imposible no hacerlo, pero es nuestro deber luchar por el respeto, por la
igualdad como seres humanos”, me dijo.
Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo
Referencias:
Covey, S. (2006) Los 7 Hábito de los Adolescentes Altamente Efectivos. México: Debolsillo
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