miércoles, 20 de noviembre de 2013

Comunicación: Parte II

No importa si se trata de una entrevista, de una lectura en público, o una presentación frente a una audiencia, son muchos los elementos a considerar con el fin de que el mensaje que nosotros enviamos sea captado correctamente. Podemos tener total dominio acerca del tema que tratamos de comunicar, pero omitir las pausas a la hora de hablar, no utilizar la entonación y dicción adecuadas, una postura incorrecta, pueden reflejar todo lo contrario. Si bien expresar o comunicar un mensaje ante una audiencia suele ser mucho más complicado que en cualquier escenario casual, no podemos obviar los puntos que hacen del proceso comunicativo algo efectivo: dominio del tema a informar, estructurar el mensaje de una manera clara y ordenada, tener siempre en mente el público al cual se dirige el mensaje, cuidar el lenguaje no verbal así como el tono de voz y mostrar una actitud segura y serena. No existe una fórmula mágica que nos garantice el éxito en cada interacción, pero si podemos tener todos las bases cubiertas, para asegurar un óptimo desempeño.

 El documento llamado “Hablar bien en público y convencer a la audiencia” (2011), afirma que nadie puede negar que  expresarse con facilidad ante un público constituye una cualidad deseable y valiosa. La eficacia y el éxito con que se lleve a cabo este proceso de comunicación dependerán del entusiasmo que el expositor pueda despertar en los demás, y la precisión con que lo haga. Apoyado en este comentario, considero que más allá de un dominio total del tema, o eliminar la presencia de “muletillas”, es fundamental tomarse el tiempo para estructurar el mensaje, de manera que sea de interés para los oyentes, y cautive su atención. Al final, el objetivo es que las demás personas comprendan el mensaje y si tenemos a una audiencia concentrada e interesada, ya tenemos gran parte del éxito de la presentación garantizado.
Margaret Heffernan envía un mensaje muy claro: somos responsables tanto por lo que hacemos, como por lo que dejamos de hacer. Sin desplazarse mucho por el escenario, la oradora captura la atención de sus oyentes al mantener una postura firme, que inspira seguridad y seriedad, y además complementa con el movimiento de sus manos que dinamizan la presentación. Heffernan dirige su mensaje a personas con poder de cambio, que tienen la autoridad para intervenir activamente y generar situaciones positivas. Utiliza un lenguaje y vocabulario profesional, pero fácil de entender, e hila las ideas y temas presentados de forma clara y congruente, llamando la atención de la audiencia con casos de la vida real, para luego exponer su punto de vista. Sin duda alguna, la señora Heffernan cree firmemente en lo que dice, aspecto que se ve reflejado en su actitud y emociones, lo que considero que es el aspecto más deseado de cualquier orador, expresarse con pasión, convencido del propósito del mensaje.
 Me llamó mucho la atención como muchas personas, incluyéndome, evaden los conflictos por temor a la opinión de los demás, ya sea en una esfera personal, o en un ámbito donde se juega el bienestar de muchos otros. La señora Margaret dijo muy claramente, que no porque las cosas sean evidentes quiere decir que se vayan a tomar acciones al respecto, es necesaria la intervención de cada uno de nosotros si queremos un cambio, si queremos que las cosas sucedan. Esta misma idea fue la que compartí con mi mamá, en el marco de la comunicación, a lo que ella me respondió que no hay nada peor que una situación conflictiva con muchos espectadores que no están dispuestos a denunciar, a forzar un cambio, cuando tienen todas las herramientas para hacerlo. Me aclaró que hacer lo correcto muchas veces no genera el efecto social que deseamos, pero podemos estar seguros que hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance para impulsar la verdad y el bien.      

Referencias

Hablar bien en público y convencer a la audiencia. (Spanish). (2011). Especial Directivos, (1539), 1-3.

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